miércoles, 25 de mayo de 2022

Cómo no todo acaba con un negativo en test de antígenos. ¿Qué es el COVID persistente?

El hecho de superar la infección por la COVID-19, con o sin hospitalización, no te hace inmune a sufrir dolencias aparentemente relacionadas con la COVID meses después de haber contraído y superado, en apariencia, la enfermedad.

La influencia del SARS-CoV-2 en nuestro día a día no se ha reflejado solo en las numerosas víctimas, las restricciones o la alta capacidad de transmisión. Esta pandemia trae consigo una total indefensión y parece que una incertidumbre constante. Es normal que la rápida evolución de la COVID, llevara a los científicos y expertos en salud a una carrera contra el crono para intentar entender y paliar sus efectos. Aun así, estuvo, está y estará llena de incógnitas que poco a poco se van resolviendo. Una de ellas es el long COVID o COVID persistente.

La organización mundial de la salud (OMS) define el COVID persistente como “la condición que ocurre en individuos con antecedentes de infección probable o confirmada por SARS-CoV-2, generalmente 3 meses después del inicio, con síntomas que duran al menos 2 meses y no pueden explicarse con un diagnóstico alternativo”. Cómo siempre con esta enfermedad, los intervalos y los síntomas son difusos. Se habla de COVID persistente cuando se manifiestan síntomas como dificultad respiratoria, fatiga, dificultad para concentrarse se extienden en el tiempo durante semanas o incluso meses.

 

                                Principales síntomas observados en los casos de COVID persistente.


Se estima que un 10% de la población española que ha sufrido o se sospecha que ha sufrido COVID-19 sufre o ha sufrido COVID persistente, publicado este mes de marzo en el último informe sobre el COVID persistente (https://www.ciencia.gob.es/dam/jcr:11919126-1134-48da-b30e-d340b51e98ec/Informe_de_GMT_sobre_COVID_persistente.pdf). Este informe lo elabora el Grupo de Trabajo Multidisciplinar (GTM), que asesora y apoya al Ministerio de Ciencia e Innovación en materias científicas relacionadas con el COVID-19 y sus consecuencias futuras. En este mismo informe y utilizando datos de un estudio publicado recientemente en la revista Nature Medicine (https://www.nature.com/articles/s41591-021-01292-y) se establece que  la población más propensa a sufrir las consecuencias del COVID persistente son mujeres adultas de entre 30 y 50 años. Además, parece más probable que una persona que no ha sido hospitalizada sufra de las consecuencias del COVID persistente. Parece que el sesgo de población observado puede tener una explicación. Es más fácil detectar o notar una dolencia nueva cuando de manera general no sufres dolencias o achaques crónicos, algo que ocurre en la mayor parte de los jóvenes adultos y en el caso de los ancianos puede ser atribuido a una dolencia preexistente.

La semana pasada se ha publicado un estudio en la revista médica The Lancet Digital Health un artículo (https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S2589750022000486?via%3Dihub#cesec70) identificando quien puede tener COVID persistente en Estados Unidos sin haberse diagnosticado. En este estudio se utilizan los registros médicos de casi 2 millones de pacientes mayores de 18 años, de los cuales casi 100,000 sufrieron COVID-19. Los historiales médicos de estas personas se sometieron a intrincados análisis estadísticos para correlacionar e identificar patrones de Long COVID. En este estudio se ha encontrado que la mayoría de los pacientes que sufren COVID persistente sufren afecciones pulmonares, lo cual no es sorprendente dado que es el principal aparato que ataca el SARS CoV-2. A estos síntomas se les ha de añadir la presencia de desordenes del sueño, ansiedad, malestar, dolor de pecho o estreñimiento; estos se diagnosticaron y reflejan en las historias médicas también por el tratamiento recibido. El COVID persistente también se ha manifestado en mayores proporciones en pacientes con condiciones preexistentes, como diabetes o enfermedades pulmonares o renales. Uno de los hallazgos más llamativos se relaciona con las personas que han sido vacunas tras haber sufrido la enfermedad, estas tienen una menor probabilidad de sufrir síntomas a largo plazo.

Las conclusiones del estudio no se pueden tomar más que como indicativos que arrojan algo más de luz para entender esta pandemia. Hay que entender que el estudio se basa solo en los historiales clínicos, y dado el sistema sanitario estadounidense, se refiere a un sesgo de la población que puede acceder a un seguro de salud. Aun así, los datos pueden extrapolarse a poblaciones que siguen las recomendaciones de la OMS en la gestión de la pandemia, como es España.

Uno de los aspectos en los que la ciencia todavía está lejos de tener una solución es el por qué se produce el COVID persistente. Se ha postulado que durante el proceso de infección se produce un exceso de inflamación que persiste en el tiempo, pero también puede ser una respuesta inmune exagerada, o la presencia de virus en ciertas zonas del cuerpo como la zona intestinal o incluso alteraciones del sistema nervioso.

El GTM recomienda que a los pacientes que entran en el proyecto CIBERPOSTCOVID, una colaboración del Instituto de Salud Carlos III y los CIBER de respiratorio (CIBERES) y de salud pública (CIBERESP) para poder mejor el diagnostico, el tratamiento y la rehabilitación de los pacientes con COVID-19, deben también responderse a esta serie de preguntas (extraídas del Informe del GTM sobre COVID persistente):

• ¿Cuántas personas en la población española continúan teniendo síntomas de COVID-19, o incluso desarrollan nuevos síntomas, después de una infección aguda por SARS-CoV-2?

• ¿Cuál es la causa/s etiológica de la enfermedad?

• ¿Posibles tratamientos?

• ¿Qué hace que algunas personas sean vulnerables, pero otras no?

• Para aquellos pacientes que no se recuperan por completo: o ¿cuál es la incidencia, prevalencia, la historia natural, el espectro clínico y la biología subyacente de esta afección? o ¿Existen fenotipos distintos de pacientes que tienen síntomas prolongados u otras secuelas?

o ¿Existe perspectiva de género en cuanto a la predisposición?

o ¿Cuál es la causa biológica subyacente de estos síntomas prolongados?

o ¿Existe una base común de la enfermedad?

• Mantienen estas personas

o Replicación residual activa en órganos específicos (¿enfermedad infecciosa)?

o Autoinmunidad/autoinflamación inducida secundaria (¿enfermedad por desregulación inmune)?

o Rasgos psicopatológicos características de agrupación (¿enfermedad mental)?

• ¿La infección por SARS-CoV-2 inicia o promueve la patogénesis de afecciones o hallazgos que evolucionan con el tiempo para causar disfunción orgánica o aumentar el riesgo de desarrollar otras enfermedades, como trastornos cardíacos o cerebrales crónicos?

• Realizar estudios con vacunas en sujetos afectos por CP para saber bien el grado de eficacia de éstas y saber qué pronóstico tienen sobre la afectación.

Todavía, como en múltiples aspectos de esta pandemia, se requiere un estudio concienzudo y pormenorizado, pero la rápida propagación del virus y la tremenda influencia que presenta en todo el mundo apenas deja margen para eso. Este tipo de “secuelas”, por su alta incidencia, necesitan un tiempo más profundo. Los nuevos hallazgos, sumados a la perspectiva del tiempo, van a permitir poder diagnosticar y tratar el COVID persistente.

 

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