Tras más de dos años de pandemia seguimos sin entender temas básicos relacionados con el COVID, las vacunas, las medidas a tomar, los síntomas, y la lista podría seguir. Además, creo que durante la pandemia para muchos medios de comunicación y ha primado la inmediatez y el catastrofismo que no la veracidad y la capacidad de trasmitir un mensaje veraz a la vez que informativo.
Quizá las redes sociales, como hemos visto en asignaturas del máster, han
cambiado la manera de transmitir mensajes y las fuentes a las que se acuden están
sesgadas por nuestras opiniones e ideales. A mí me alrededor lo que me encontrado
es gente que opina y transmite mensajes contradictorios o que no entienden
claramente cómo si fueran verdades absolutas. Está claro que no todos podemos
saber de todo, pero sí que deberíamos tener el derecho a informarnos de ciertas
cosas de manera honrada; la política o la subjetividad ideológica han de
quedarse fuera cuando se habla de salud.
En el reportaje me gustaría reflejar algo que para mí era desconocido que
era este tipo de COVID persistente. Los retos para hacer esto, desde mi punto
de vista como científico y no periodista, va a ser estructurar la información y
el relato siguiendo las directrices de un artículo periodístico. Como fuente de
información voy a usar principalmente los dos artículos científicos de The
Lancet. De estos artículos quiero extraer los datos y la información relevante
sobre un espectro de población tan amplio que puede ser extrapolable a España o
a cualquier país del mundo. También me gustaría incorporar cómo la OMS o el
Gobierno Español define y tipifica esta enfermedad e incluirla. Aportando datos
de 2021, pudiendo considerarse “antiguos” teniendo en cuenta la temprana edad
de la pandemia y la rapidez de la aparición de nuevos estudios.
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